Hace años, en uno de nuestro primeros viajes misioneros juntos, Jonathan le enseñó a nuestro grupo una forma simple de recordar un gran principio en la vida. Durante una sesión de entrenamiento para el viaje, puso una liga alrededor de la muñeca de su mano y mientras la estiraba repetidamente nos dijo: “nos estamos preparando de la mejor manera que podemos, pero cuando lleguemos al campo, vamos a tener que ser flexibles.” Creo que he guardado esa idea en mi corazón todos estos años y Dios ha usado muchas veces esa imagen de la liga estirándose para recordarme que la vida no está bajo mi control.
Ayer deberíamos haber volado a Portland para estar 8 días conviviendo con toda la familia Bean. Pero nuestros planes tuvieron que cambiar de última hora. Llegamos de México el jueves en la noche y Jonathan no se sentía nada bien. Algo en la comida le cayó mal durante nuestro segundo día en México y se pasó la mayoría de esos días en cama. Su lado izquierdo continuó empeorado y tuvimos que usar una silla de ruedas todo el tiempo que estuvimos allá. Su energía se desgastó, pasó mucho tiempo dormido y desafortunadamente también sufrió varias caídas. Para el Sábado en la noche, después de esperar y no ver mucha mejoría, llamamos al doctor y el nos sugirió adelantar la siguiente resonancia magnética para el miércoles 12 de Julio.
Hemos tenido que ser flexibles, definitivamente. Estamos haciendo ajustes en nuestra casa como colocar barras de metal en el baño y estamos aprendiendo a usar la silla de ruedas. En medio de estas duras realidades Dios permanece siempre fiel, proveedor, consolador, poderoso, firme sostén. Hemos recibido llamadas, textos y oración de muchos de ustedes; gracias. El Señor les ha usado para animarnos. Durante las últimas 24 horas Jonathan ha podido comer mejor, trabajar un poco y en general no se ha sentido tan exhausto. Esto nos ha animado mucho.
Por favor, continúen orando con nosotros mañana. Estamos rogando al Señor por un buen reporte y por corazones que descansen en Él a pesar de todo. Confiamos en Su bondad en todo momento y nos sentimos agradecidos de saber que podemos traer todo delante de Él: nuestras emociones, nuestros gozos, nuestras esperanzas, nuestros temores. Sus brazos lo abarcan todo.